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CYP - Cuentos y Publicaciones
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    El Señor de Bembibre
      Como ganar amigos e influir sobre las personas.
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          El vendedor mas grande del mundo.
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                    ¿Quien se ha llevado mi queso?.
                      EL PRINCIPE de Nicolas Maquiavelo.
                        El ARTE de la guerra
                          Don QUIJOTE de la Mancha.
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                          de OG MANDINO -Se presenta aquí la leyenda de Hafid, un camellero de hace dos mil años, y su ardiente deseo de mejorar su humilde condición. A fin de poner a prueba su habilidad en potencia, es enviado a Belén por su señor Pathros, el gran mercader de caravanas, a vender un solo manto.

                          Og Mandino (fallecido en 1996) fue un hombre que no sólo practicó lo que predicaba, sino que también inspiró a millones de personas para que siguieran su ejemplo de éxito y de una vida fructífera. Es el autor motivacional más leído.
                          Sus libros han vendido más de treinta y seis millones de ejemplares en veinte idiomas.

                          Este que es uno de los libros de autoayuda más importantes que existen en la actualidad, trata de la historia de un vendedor ya anciano que intenta trasmitir su enseñanza a un discípulo a través de diez pergaminos que contienen principios para lograr el éxito en el arte de vender.

                          Como su nombre lo indica está dirigido a vendedores, pero puede ser leído por toda clase de lectores, ya que todos, en una forma u otra, vendemos algo.

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                          Sobre el autor
                          OG MANDINO es editor ejecutivo de Success Unlimited (Éxito sin límites), revista de éxito, que señala rumbos en los Estados Unidos. A Treasury of Success Unlimited es una antología de los mejores escritos que han aparecido en la revista desde su fundación en 1954. Presenta en este novísimo libro el conocimiento y la sabiduría adquiridos en casi dos décadas como vendedor y jefe de ventas. Sus artículos y cuentos han sido aclamados nacionalmente por su sensibilidad y compasión.

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                          C. X -El pergamino número tres

                          Capítulo X
                          El pergamino número tres

                          Persistiré hasta alcanzar el éxito.

                          En el Oriente los toros jóvenes son puestos a prueba en cierta forma para la corrida en la
                          plaza. Estos toros son traídos a la plaza y se les deja atacar al picador que los pica con
                          una lanza. La bravura de cada toro se calcula entonces con cuidado, según las veces que
                          demostró su disposición de embestir a pesar de la picadura de la lanza. De aquí en
                          adelante reconoceré que todos los días la vida me pone a prueba en igual forma. Si
                          persisto, si sigo probando, si continúo embistiendo alcanzaré el éxito.

                          Persistiré hasta alcanzar el éxito.

                          En este mundo no nací en derrota, ni el fracaso corre por mis venas. No soy una oveja
                          que espera ser aguijoneada por el pastor. Soy un león y me niego a hablar, a caminar o a
                          dormir con las ovejas. Me abstendré de escuchar a aquellos que lloran y se quejan,
                          porque la enfermedad es contagiosa.

                          Que ellos se unan a las ovejas.

                          El matadero del fracaso no es mi destino.

                          Persistiré hasta alcanzar el éxito.

                          Los premios de la vida se encuentran al fin de cada jornada, y no cerca del comienzo, y
                          no me corresponde a mí saber cuántos pasos son necesarios a fin de alcanzar mi meta.
                          Puede aún sobrecogerme el fracaso al dar mi milésimo paso, y sin embargo quizá el
                          éxito se oculte detrás del siguiente recodo del camino. Jamás sabré cuan cerca estoy del
                          éxito a menos que doble la curva.

                          Siempre daré un paso más.

                          Si ése no es suficiente daré otro y aún otro.

                          En realidad, un paso por vez no es muy difícil.

                          Persistiré hasta alcanzar el éxito.

                          De aquí en adelante consideraré el esfuerzo de cada día como un golpe de la hoja del
                          hacha contra un poderoso roble. El primer golpe quizá ni cause temblor en el árbol, ni el
                          segundo ni el tercero. Cada golpe en sí mismo quizá sea insignificante y al parecer sin
                          consecuencia. Y sin embargo como resultado de golpes endebles, el roble finalmente se
                          tumbará. Y así será con mis esfuerzos de hoy.
                          Se me comparará con las gotas de lluvia que finalmente se llevan la montaña; la
                          hormiga que devora al tigre; la estrella que ilumina la tierra; el esclavo que construye
                          una pirámide. Edificaré mi castillo usando un ladrillo por vez porque yo sé que los
                          pequeños intentos, repetidos, completarán cualquier empresa.

                          Persistiré hasta alcanzar el éxito.

                          Jamás aceptaré la derrota y borraré de mi vocabulario palabras o frases como abandono,
                          no puedo, imposible, irrealizable, improbable, fracaso, impráctico, sin esperanzas y
                          retirada; porque son palabras de necios. Huiré de la desesperación, pero si esta
                          enfermedad de la mente me atacara, seguiría trabajando en medio de la desesperación.
                          Trabajaré y aguantaré. Pasaré por alto los obstáculos que se yerguen a mis pies, y
                          mantendré los ojos fijos en las metas por encima de mi cabeza, porque sé que donde
                          termina el árido desierto, crece la verde vegetación.

                          Persistiré hasta alcanzar el éxito.

                          Recordaré la antiquísima ley de los promedios y la adaptaré para mi beneficio.
                          Persistiré con la convicción de que cada vez que fracase en una venta, aumentarán las
                          posibilidades de éxito en la tentativa siguiente. Toda vez que escuche un no, me
                          aproximará al sonido de un sí. Toda vez que me encuentre con una mirada de
                          desaprobación recordaré que sólo me prepara para la sonrisa que hallaré después. Cada
                          desventura que me sobrevenga contendrá en sí la semilla de la buena suerte del mañana.

                          Debo contemplar la noche para apreciar el día.

                          Debo fracasar con frecuencia para tener éxito una sola vez.

                          Persistiré hasta alcanzar el éxito.

                          Persistiré, persistiré y persistiré de nuevo. Cada obstáculo que se me presente, lo
                          consideraré como un mero rodeo en el camino que me lleva a la meta, y un desafío a mi
                          profesión. Persistiré y desarrollaré mis habilidades como el marino desarrolla las suyas,
                          aprendiendo a dominar la furia de cada tormenta.

                          Persistiré hasta alcanzar el éxito.

                          De aquí en adelante, aprenderé y aplicaré otro secreto de aquellos que sobresalen en su
                          trabajo. Cuando haya terminado el día, sin tener en cuenta si ha sido un éxito o fracaso,
                          procuraré realizar una venta más. Cuando mis pensamientos inviten a mi cansado
                          cuerpo a retornar a la casa, resistiré la tentación de hacerlo. Trataré de realizar una venta
                          más. Haré un intento más de cerrar el día con una victoria, y si ese intento fracasa haré
                          otro. No permitiré jamás que ningún día termine en fracaso. De esta manera plantaré la
                          semilla del éxito del mañana y lograré una ventaja insuperable sobre aquellos que cesan
                          de trabajar a una hora proscripta. Cuando otros ponen fin a la lucha, la mía habrá
                          comenzado, y mi cosecha será amplia.

                          Persistiré hasta alcanzar el éxito.

                          Ni permitiré tampoco que los éxitos del ayer me hagan caer en el sopor de la
                          complacencia del hoy, puesto que ésta es el gran fundamento del fracaso. Me olvidaré
                          de los acontecimientos del día que ha pasado, ya fuesen buenos o malos, y saludaré el
                          nuevo día con confianza de que éste será el mejor día de mi vida.
                          Mientras haya hálito en mí, persistiré. Porque ahora sé uno de los grandes principios del
                          éxito; si persisto lo suficiente alcanzaré la victoria. Persistiré, alcanzaré la victoria.